“Quiero
que le hagas un retrato a mi hermano” le dijo, el problema es que el no
retrataba hombres, no por nada en especial, simplemente no sabía cómo tratarlos
a la hora de hacerlos posar. Aun así acepto, pues necesitaba el dinero con
urgencia.
Cuando
el chico llego le dijo que se pusiera delante, eligiera una postura y se
quedase quieto. Se notaba que estaba incomodo. Los músculos tensos, la mandíbula
apretada y la mirada fría. Ese no iba a ser un trabajo fácil. Después de casi 3
horas intentando hacer algo decente no pudo seguir y le dijo que se fuera a
tomar el aire. En cuanto se quedo solo supo lo que hacer. Cogió el teléfono,
marco de memoria y espero.
Media
hora más tarde allí estaba. Cuando el muchacho la vio se quedo pálido no sabía
que decir ni que hacer, de todas formas no hizo falta, ella sabía exactamente cómo
actuar. En poco más de una hora ya tenía la imagen perfecta para empezar a
trabajar sin ellos así que se despidió de ellos y se fue al estudio.
Al día siguiente
acudieron a ver el retrato. Ella no era exactamente lo que se esperaba, pero su
hermano pareció satisfecho con el resultado, tanto que le dio más de lo que habían
acordado anteriormente con su hermana. Le dieron las gracias y se fueron.
El también
se fue. Ya tenía dinero. La pregunta era ¿Cuánto le iba a durar?
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