Dibujos en una agenda

Lo que más hecho de menos de no asistir a las clases es poder dibujar en los margenes de los libros, apuntes o agendas. Esas horas de clase aburridas donde cogías el lapicero y hacías garabatos mientras escuchabas al profesor de turno intentando no quedarte dormida. O cuando tenías que hacer un boceto deprisa y corriendo para la siguiente hora porque se te había ocurrido algo mejor hablando con el compañero de al lado.
Dibujos que no valían nada, que tenías que tapar rápidamente cuando un profesor se te acercaba a la mesa. Dibujos compartidos, pues había veces que la página pasaba por varias manos hasta llegar otra vez al dueño en cuestión, aportando así un plus de pánico, ya que si te tocaba leer o hacer algo con ella no sabias por donde andaba la hoja y corrías el riesgo de ser castigado.
Por otro lado los dibujos, sobre todo en clase de historia de arte, tenían relación con el tema del que se hablaba, era más fácil dibujar algo que la profesora estuviese diciendo en ese momento que escribirlo, ademas de que cuando tenias varias hojas de apuntes el recuerdo de un dibujo en concreto te ayudaba a saber donde estaba esa información entre todas las hojas.
La única clase en la que nadie se atrevía a dibujar era en historia de España y no era porque no fuese aburrida, que lo era, sino porque desde que entrabas hasta que salias tenias que copiar todo lo que la profesora decía, así que era bastante imposible pararse a hacer aunque solo fuera una carita sonriente.

A mitad del año pasado me compre una agenda y como los seis primeros meses no iba a poner nada decidí que seria como el libro de lenguaje o los apuntes de historia del arte, un lugar donde poder pintar lo que se me ocurriera en el momento, donde garabatear. Es cierto que ya no esta el profesor pesado, ni el timbre de la sirena que deja el dibujo a medio terminar, pero por lo menos me gusta poder conservar ese momento de dibujo espontáneo y como ahora no tengo que esconder los bolis entre las piernas (en historia eran las típicas sillas con la tabla minúscula al lado donde solo cabe el cuaderno, el asiento más incomodo que se haya podido inventar) ni tener una hoja blanca al lado para tapar el dibujo corriendo, puedo hacer collages o dibujos más elaborados.
Mis dibujos de ahora no me dirán nada en el futuro lo sé. No son como cuando vuelvo a ver esos cuadernos, esos libros en los que no sólo se veo dibujos, sino a todos los compañeros que tuve en clase, incluso a veces se vuelve a esa clase y a oír a la profesora y recuerdas como le dijiste a tu compañera por lo bajo "Si la Carmen se vuelve o dice algo, me avisas, voy a dibujar" y ya estabas en tu mundo.





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